Una cosa buena tiene el fútbol excesivo de los domingos: que deja una abundante cosecha lingüística para el lunes. Cuando no es un sonado malapropismo es una hipérbole disparatada o, como en este caso, una invención léxica digna de examen filológico.
La pronunció el entrenador del Atlético de Madrid en una rueda de prensa. Preguntado por la supuesta crisis del Barça –que acababa de perder su partido contra el Valencia en la competición liguera-, respondió que, a su juicio, de crisis «
nati mistrati». Por los gestos, el tono y el contexto, todos entendieron que estaba expresando una negativa tajante, y supusieron que el míster' Pepe Murcia –andaluz él, a fin y al cabo- habría sacado esa forma tan curiosa de decir «nada» del acervo del habla popular.
El español coloquial recurre a otra fórmula que no es ésta. Todo el mundo habrá oído decir alguna vez «
¡Nasti!» como sinónimo castizo de «Nada». Y muchos reconocerán también las recreaciones reforzadas «
Nasti de plasti» y «
Nasti monasti», carentes de otro sentido que no sea el de alargar disparatadamente la palabra de origen con una rima interna.
Hasta ahí hay una explicación aunque ésta no sea demasiado lógica. Pero todo salta por los aires con ese «
nati mistrati» donde queda deshecho el sonoro grupo consonántico –st- de «
nasti» que aparece enlazado a un extraño acompañante. ¿De dónde demonios ha podido salir semejante engendro?
La respuesta viene del folclore. Pero del folclore en carne y hueso. Más concretamente, del nombre de una veterana actriz y tonadillera que se hace llamar Nati Mistral y que por lo visto aún ocupa un lugar en los corazones de muchos amantes de la copla. Si el sermo vulgaris ha consagrado fórmulas como «
La cagaste, Burt Lancaster» o «
No te enrolles, Charles Boyer», ¿por qué reconocer sólo a estrellas foráneas y no dejar un huequecito a las glorias del solar patrio?
Nati Mistrati. Lo dicho: la Liga es una fuente de sabiduría filológica.
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