Hace poco descubrí que soy un
fluido. No por haber cambiado de la naturaleza sólida a la líquida ni menos aún a la gaseosa, no. Me lo hizo saber un tartamudo, al comentarme que quienes sufren la misma dificultad que él –la
tartamudez o
disfemia- llaman
fluidas a las personas que no la padecen. Es un acierto, creo. Bien es verdad que algunos tartamudos, aunque tropiecen continuamente al hablar, se expresan con mucha más desenvoltura que algunos fluidos que yo conozco, bastante gaseosos ellos cuando abren la boca.
¶