Estamos acostumbrados a que los neologismos entren en Hispania por la puerta que da a Anglosajonia. Pero los tiempos cambian. Y en el idioma penetran otros aires de distinto origen. Por ejemplo, el español de América traído por inmigrantes de países hermanos en la lengua.
Alguna de sus palabras ya empieza a oírse a menudo en la jerga juvenil. Es el caso de
busero (conductor de autobús), que en muchos lugares de Hispanoamérica es una denominación de oficio como otra cualquiera. Al margen de las connotaciones que cada cual quiera darle, es un neologismo interesante. Un derivado corto, claro y eficaz, probablemente menos equívoco que
conductor (ahora usado para otras cosas, como por ejemplo para los presentadores de programas de televisión), y más específico que
chófer, que sirve por igual para los conductores de vehículos diversos y, para colmo, se escribe y pronuncia de dos maneras:
chofer y
chófer. Salvo que los profesionales del volante lo consideren ofensivo –no hay por qué-, merece todas las bendiciones. Un voto por
busero.
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